El hockey patines es un deporte intenso, lleno de emoción… también para quienes están en la grada. Padres y madres vibran con cada jugada, celebran los goles y sufren con los errores. Pero a veces, sin querer, lo que empieza como apoyo se transforma en presión.
Gritar indicaciones, corregir desde la grada o exigir resultados pueden provocar justo el efecto contrario al que buscamos. Un niño o niña que juega con miedo a equivocarse no disfruta, y si no disfruta, no aprende.
¿Qué necesita un jugador joven desde la grada?
- Ánimo, no instrucciones. Para eso ya están los entrenadores.
- Empatía y comprensión. Todos fallan, incluso los profesionales.
- Orgullo por el esfuerzo, no solo por el resultado.
El deporte debe ser una fuente de motivación, no de estrés. A veces, los gritos desde la grada no motivan: confunden, distraen o hasta avergüenzan. Y lo más importante: el hockey es un juego. Un espacio para crecer, hacer amigos y disfrutar. ¿Cómo podemos apoyar mejor? Escuchando después del partido, no juzgando. Aplaudiendo la entrega, más allá del marcador. Preguntando “¿te lo has pasado bien?” en lugar de “¿cuántos goles has metido?” Porque detrás de cada jugador, hay una familia. Y esa familia tiene un poder enorme para inspirar, acompañar y construir. El verdadero apoyo no hace ruido. Se nota… y marca la diferencia.

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